Ripple ha publicado un documento en el que explica cómo las monedas digitales de los bancos centrales o CBDC pueden ayudar a crear sistemas financieros más eficientes y confiables.
El documento, titulado “CBDCs: The Digital Evolution of Money”, habla sobre las ventajas, los riesgos, las oportunidades y los desafíos que suponen las CBDC para la transformación y evolución financiera.
Estas monedas digitales, emitidas por los bancos centrales en una cadena de bloques, pueden mejorar significativamente la innovación de los pagos, fomentar la inclusión financiera y reducir el riesgo de lavado de dinero y otros delitos financieros. No obstante, según señala Ripple, la educación sobre las ventajas y la adopción de las CBDC por parte de los usuarios finales aún es baja, lo que ha originado ciertas preocupaciones y temores sobre la privacidad.
En el documento, Ripple destaca que las CBDC “tienen el potencial de ayudar a digitalizar economías enteras y representan una fuerza poderosa para desbloquear la Internet del Valor”.
En la actualidad, unos 130 países en todo el mundo están explorando el desarrollo y la emisión de una CBDC. Todos estos países han estado progresando a su propio ritmo en la adopción de esta nueva forma de dinero digital, siendo Bahamas, Nigeria y China los países más avanzados hasta ahora, en términos de una CBDC.
Ripple es una empresa que ofrece soluciones de pago innovadoras basadas en la tecnología blockchain, y que ha estado colaborando con al menos 20 países para acelerar sus iniciativas de crear sus propias monedas digitales. Entre ellos, Georgia, Palau y BRICS.
85% de los líderes financieros creen que su país lanzará una CBDC
El documento de 23 páginas publicado recientemente por Ripple también explora el avance de las CBDC desde el punto de vista de los usuarios finales.
De acuerdo con la compañía de blockchain, el 85% de los líderes financieros mundiales encuestados para el informe, cree que su país lanzará una moneda digital en los próximos 4 años. Según Ripple, la mayoría de estos líderes financieros, encuentran ventajas en la emisión de una CBDC, siendo las principales, la inclusión financiera, las mejoras a la competitividad nacional, una mayor eficiencia en los sistemas de pago y el impulso a la innovación en general.
Las CBDC proporcionan un grado de transparencia y privacidad que no es posible con las tecnologías tradicionales que se utilizan en el actual sistema financiero, indicó Ripple. Esto considerando que las monedas digitales de los bancos centrales permiten “que los activos se muevan de igual a igual sin necesidad de intermediarios centralizados en redes descentralizadas”.
El rol de las CBDC en la tokenización
Los gobiernos, que también impulsan el desarrollo de las CBDC, están reconociendo cada vez más las implicaciones positivas de las monedas digitales y la tokenización para mejorar los modelos convencionales de propiedad e inversión de activos.
Ripple sostiene que la tokenización de activos se ha convertido en un mecanismo cada vez más específico y demandado para convertir activos tangibles del mundo real en tokens digitales almacenados en la cadena de bloques. “Con la tokenización, cualquiera puede seguir el proceso de transferencia de activos a través de la propiedad”, señaló la compañía. Esta innovación de la tecnología blockchain mejora la privacidad y la agilidad, permitiendo una amplia gama de uso para los activos digitales, que van más allá del intercambio de valor.
Seguridad e interoperabilidad, entre los riesgos
Por otro lado, hay quienes identificaron que el diseño y desarrollo de las CBDC conlleva ciertos riesgos, principalmente, relacionados con la seguridad de los activos y con la interoperabilidad de las monedas digitales.
Sobre los desafíos en la adopción de las CBDC, Ripple señaló la necesidad de impulsar la cooperación global entre los gobiernos del mundo, con el fin de establecer estándares y protocolos universales y comunes que faciliten la interoperabilidad de las CBDC.
La compañía de blockchain estima que las monedas digitales emitidas por los bancos centrales se convertirán en una realidad en muchas economías del mundo en la próxima década, alcanzando un valor de unos $5 billones de dólares. Esta tendencia representa una oportunidad y un desafío para los actores públicos y privados, que deben colaborar para garantizar la seguridad, la eficiencia y la inclusión financiera de esta nueva generación del dinero.
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