La historia de Ernesto Quezada, desarrollador salvadoreño, revela cómo Bitcoin se convirtió en su refugio ideológico y económico tras una vida marcada por la guerra y la burocracia estatal.
Ernesto Quezada nació en El Salvador en los años más crudos de la guerra civil. Aunque no participó directamente en el conflicto, su infancia estuvo atravesada por la violencia, la escasez y la desconfianza hacia las instituciones. Esa experiencia temprana sembró en él una necesidad profunda de autonomía, que años después encontraría en el mundo digital.
Con el tiempo, se formó como desarrollador de software en una universidad pública, especializándose en sistemas distribuidos y seguridad informática. Sin embargo, uno de los momentos que catalizó su conexión emocional con el ecosistema de las criptomonedas ocurrió durante la conferencia Bitcoin Miami, cuando vio a Jack Mallers mostrar con orgullo una camiseta de El Salvador y reproducir el anuncio presidencial sobre la adopción de Bitcoin como moneda de curso legal. La mención pública de su país en un contexto positivo tuvo un impacto profundo, que lo llevó a involucrarse activamente en la comunidad cripto.
COMPRA Y GESTIONA BITCOIN EN BIT2MEVivir en Bitcoin: La historia real de una vida sin dinero tradicional
En un episodio reciente del podcast de Bitcoin Beach, Quezada cuenta que estuvo viviendo completamente en Bitcoin. Residiendo en San Salvador, gestionaba sus finanzas sin bancos, sin moneda fiduciaria y sin red de seguridad. Pagaba servicios con satoshis, la unidad más pequeña de Bitcoin, además ahorraba en billeteras frías y compartía conocimientos sobre seguridad digital con su entorno. Su rutina incluía revisar el mempool antes de realizar transacciones y ajustar comisiones según la congestión de la red. Su enfoque no era especulativo, sino técnico y consciente.
Participó activamente en comunidades locales que promovían la educación financiera en Bitcoin. Ofreció talleres en centros comunitarios y colaboró con iniciativas orientadas a enseñar el uso de billeteras no custodiales a jóvenes. También formó parte del programa Cubo+, donde contribuyó al desarrollo del plan de estudios de Plan B Network, una iniciativa educativa centrada en la formación técnica dentro del ecosistema Bitcoin.
En el podcast, Quezada relató cómo esa etapa de su vida, vivida íntegramente en Bitcoin, cambió abruptamente cuando aceptó una oferta del gobierno salvadoreño: un salario estable y un puesto de escritorio. Lo que siguió fue inesperado. Su preferencia temporal se modificó, su disciplina financiera se debilitó y comenzó a gastar sin pensar, como en épocas anteriores. El regreso al sistema fiduciario trajo consigo una mentalidad que creía superada, revelando lo fácil que es volver a viejos hábitos cuando el entorno lo permite.
Su testimonio ha resonado con muchos bitcoiners que, voluntaria o involuntariamente, aún operan dentro del sistema tradicional. La experiencia de Quezada deja en evidencia que Bitcoin transforma, pero también lo hace el fiat, y que sostener una vida completamente descentralizada requiere más que convicción: exige constancia, entorno y propósito.
El regreso a la burocracia: un choque con la economía fiduciaria
El año pasado, Ernesto Quezada aceptó un cargo técnico en el Ministerio de Educación de El Salvador, con el objetivo de contribuir al desarrollo digital del país. Su decisión marcó un punto de inflexión, ya que tras años viviendo exclusivamente en Bitcoin, su reingreso al aparato estatal lo enfrentó con una realidad que creía superada: la rigidez de la economía fiduciaria.
Durante su etapa previa a este cargo, asegura que el uso de Bitcoin era tan natural que ni siquiera notaba la diferencia. “Ganaba en bitcoin, así que vivía de bitcoin. Compraba todo lo que necesitaba en bitcoin. Era natural”, recuerda. Esa fluidez contrastaba con los procesos burocráticos del Estado, donde el fiat sigue siendo la norma operativa, a pesar del marco legal que reconoce a Bitcoin como moneda de curso legal.
Quezada asegura que la transición no fue solo técnica, sino mental. “Cuando ganas en bitcoin, no prestas atención al precio. Simplemente, gastas tus sats en lo que realmente necesitas”. Pero al recibir un salario en dólares, la relación con Bitcoin cambió. Ahora admite que ‘gastar sats’ duele porque “se sienten preciosos”, revelando cómo el retorno al sistema fiduciario, por un lado, reactivó una mentalidad de acumulación y escasez que había logrado superar y, por el otro, a tomar conciencia del enorme potencial de apreciación que tiene BTC, entendiendo que cada satoshi puede ser mucho más valioso en el futuro.
Este choque entre lo personal y lo institucional también lo llevó a reflexionar sobre los límites de la adopción estatal. Aunque, para Quezada, la solución es clara: “Si no puedes ganar en bitcoin, convierte tu fiat a BTC en la primera oportunidad. Es la única forma de proteger tu mente del sistema”.
COMPRA BITCOIN CON BIT2MEMás allá del precio: Bitcoin como valor ideológico
A pesar de los desafíos actuales, para Ernesto Quezada, Bitcoin trasciende el mercado. No lo ve como una moda ni como un activo especulativo, sino como una arquitectura de libertad. Su compromiso con el ecosistema refleja una visión que gana fuerza en América Latina y otras regiones donde las estructuras financieras tradicionales han fallado. En contextos marcados por inflación crónica, restricciones cambiarias y sistemas bancarios excluyentes, Bitcoin ofrece algo más profundo que rentabilidad: la posibilidad de tener dinero sin permiso.
Quezada defiende el uso de Bitcoin como instrumento educativo y como vehículo de autonomía. En su experiencia, enseñar a otros a usar billeteras no custodiales, comprender el funcionamiento de la red y operar sin intermediarios es una forma de empoderamiento real.
Su enfoque pone en evidencia que el verdadero valor de Bitcoin no está en su precio, sino en su capacidad de resistir la censura, descentralizar el poder y ofrecer una alternativa funcional a quienes han sido históricamente marginados por el sistema financiero. En ese sentido, Bitcoin no es solo tecnología: es una declaración de independencia.
Bitcoin en El Salvador: un experimento entre innovación y realismo
Desde que El Salvador tomó la audaz decisión de volver a Bitcoin una moneda de curso legal en 2021, el país se convirtió en toda una especie de laboratorio económico mundial. La idea, propuesta por el presidente Nayib Bukele, no solo buscaba modernizar el sistema financiero, sino también abrir las puertas a una inclusión mayor y atraer más inversión extranjera.
El camino comenzó en un pequeño pueblo costero llamado El Zonte, donde la población empezó a usar Bitcoin para cosas tan cotidianas como comprar en la tienda o pagar servicios. Poco a poco, esta práctica se difundió por todo el país. Para facilitar el proceso, se creó la Chivo Wallet y se instalaron cajeros automáticos de Bitcoin que permitían a la gente convertir moneda con facilidad. Pero no todo fue sencillo: los primeros meses mostraron varios retos, como una evidente carencia de educación financiera y una adopción muy tímida especialmente en las zonas rurales.
Con el paso del tiempo, y ante las presiones internacionales y el compromiso con organismos multilaterales como el FMI, en 2025 la Asamblea Legislativa aprobó cambios importantes. Ahora, el proyecto Chivo Wallet está en proceso de desmantelamiento y aceptar Bitcoin es algo voluntario y exclusivo para el sector privado, mientras que el Estado no está obligado a usar esta criptomoneda, aunque todavía reconoce su estatus legal. Esta decisión refleja el esfuerzo del gobierno por encontrar un punto medio que permita aprovechar la innovación tecnológica y mantener la estabilidad macroeconómica del país.
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