
El token XRP fue lanzado en 2012 por Ripple Labs. El objetivo de este proyecto era que este activo se convirtiera en un protagonista destacado en el ámbito de las monedas digitales y de la tecnología blockchain en el marco de los pagos transoceánicos.
La idea detrás del sistema de pagos de Ripple fue concebida en 2004 e inicialmente por Ryan Fugger, un desarrollador y empresario canadiense que es conocido por ser uno de los precursores del proyecto. Pero fue con la intervención de Jed McCaleb y Chris Larson que este tomó forma y esta blockchain dio origen a su token nativo XRP.
Al nacer, Ripple Labs recibió 80 mil millones del suministro inicial de XRP y los 20.000 millones restantes fueron asignados a los cofundadores. En otras palabras, la cantidad total de tokens XRP fue de 100 mil millones de unidades, diseñadas para ofrecer conversiones de divisas más rápidas y eficientes y con un enfoque particular hacia el sector bancario.
A diferencia de criptomonedas como Bitcoin, XRP no utiliza un proceso de minería complejo. En su lugar, funciona en la propia red de pagos Ripple y esta emplea un mecanismo de consenso único conocido como prueba de trabajo o PoW por sus siglas en inglés. Lo que sucede es que cada vez que se realiza una transacción, aunque estas son rápidas y seguras, se destruye una pequeña fracción, lo que reduce lentamente la cantidad que hay de esta cripto en el mercado.
Aun así, se ha logrado posicionar como la opción preferida por la mayoría de las instituciones financieras que buscan soluciones confiables para pagos transfronterizos rápidos y en la blockchain. Algunos expertos y aficionados indican que, a medida que más personas usen la red Ripple, las monedas se agotarán gradualmente o el precio de XRP aumentará.
Pero, ¿por qué es imposible minar XRP?
La minería de criptomonedas o cripto minería implica el uso de equipos informáticos para realizar cálculos matemáticos complejos y rápidos que validen transacciones y permitan la expansión del blockchain. Dicho de otro modo, se trata de un registro que agrupa todas las transacciones completadas.
En cuanto a Ripple, su funcionamiento en este sentido es muy diferente. Por eso se dice que es una de las pocas criptomonedas que no se pueden «minar» en el sentido tradicional de esta acepción. Al momento de su lanzamiento, se crearon, como ya se dijo, 100.000 millones de tokens XRP, estableciendo, de esta manera, un límite máximo de unidades de monedas en circulación. Ripple, que nació con el nombre de OpenCoin, aún mantiene cerca del 55% de este suministro total de estos activos digitales.
Además, la entidad responsable de Ripple (Ripple Labs Inc., una empresa tecnológica con sede en San Francisco, Estados Unidos) tiene la capacidad de liberar hasta mil millones de tokens XRP mensualmente, aunque rara vez utiliza este límite máximo. Cada vez que deciden liberar nuevos tokens, lo hacen mediante anuncios públicos.
Entonces, ¿cómo funcionan Ripple y XRP?
Ripple funciona para permitir realizar transacciones entre bancos de manera ágil y con comisiones muy bajas con respecto a otro tipo de operaciones. También facilita transferencias entre empresas y entre personas, lo que se conoce campo comercio P2P.
Debido a su naturaleza misma y a la manera como fue concebida, Ripple, más que una blockchain, es una red de pagos digitales que utiliza una tecnología llamada XRP Ledger que es similar a una blockchain, pero que tiene diferencias clave. La más importante es el uso de un mecanismo de consenso en lugar de usar el procedimiento de minería para validar las transacciones. Su tecnología emplea un libro mayor distribuido, el cual funciona con un protocolo de consenso único. Este sistema permite validar y registrar transacciones de manera rápida y eficiente, sin necesidad de minería como en otras criptomonedas.
Esto es así porque Ripple se enfoca principalmente en facilitar transferencias internacionales rápidas y económicas usando el sistema de bancos tradicionales. No obstante, las operaciones realizadas con su plataforma se completan en solo unos segundos.
Esto es un tiempo notablemente menor en comparación con los minutos que requiere Ethereum, Solana o Cardano, las horas que puede tomar Bitcoin y los días que requieren las transacciones entre bancos en monedas fiat o dinero fiduciario como el dólar o el euro.
Otra de las ventajas de usar XRP en operaciones transoceánicas es el coste promedio de una transacción. Al hacerla con Ripple, este sistema usa una tarifa estándar que es de 0.00001 XRP, lo cual es inferior a medio centavo de dólar. Esto lo convierte en una de las criptomonedas más económicas para transferencias tradicionales y miles de veces más barato que los métodos bancarios convencionales.
Si no se mina, ¿es Ripple una criptomoneda?
Aunque Ripple no sigue las normas habituales del ecosistema de las criptomonedas en cuanto a su funcionamiento, sí se le considera una criptomoneda porque usa tecnología criptográfica. Este activo digital despierta gran interés debido a su potencial para modernizar el sistema bancario internacional, el cual, para un mundo globalizado como el actual, podría considerarse obsoleto.
Por otra parte, esta criptomoneda tiene la particularidad de que su valor se incrementa con su uso y, desde este punto de vista, propone una nueva visión de las finanzas. Otra cosa que hay que tomar en cuenta es que este activo digital se crea con el objetivo de facilitar transacciones más ágiles entre bancos, empresas, instituciones y personas.
De allí que Ripple siempre esté buscando establecer múltiples alianzas estratégicas para expandir su red. Si bien no es posible minar Ripple en el sentido tradicional de las criptomonedas, existe la opción de obtenerlo mediante el intercambio con otras divisas minadas.
A esto se le llama minería indirecta y tiene carácter centralizado. Asimismo, no permite el anonimato. Estos son dos factores pueden llevar a algunos puristas de la tecnología blockchain y de las finanzas descentralizadas (DeFi) a evitar esta moneda y no considerarla una criptomoneda como tal.
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Si cruzamos la acera y nos ubicamos al lado de los bancos y otras instituciones financieras, la centralización y el control asociados a Ripple representan un nivel de seguridad difícil de alcanzar con otras criptomonedas. Si a esto le sumamos su velocidad impresionante y las transacciones de bajo coste resultan especialmente atractivas para estas organizaciones. En este sentido, Ripple puede considerarse como una criptomoneda innovadora y con visión de futuro gracias a su enfoque revolucionario que combina las bondades de las DeFi con los sistemas convencionales.