
La administración Trump impulsa un plan para convertir a EEUU en la capital mundial cripto, combinando una nueva regulación, una reserva estratégica y estímulos económicos.
Con una deuda nacional que supera los 34 billones de dólares, la administración Trump ha revelado una estrategia audaz: convertir a Estados Unidos en el epicentro global de las criptomonedas y utilizar los activos digitales como palanca para reestructurar su economía. El plan combina estímulos directos, una reserva estratégica de criptoactivos y una nueva arquitectura regulatoria que redefine el papel del Estado en el ecosistema blockchain.
Bit2Me te conecta con Bitcoin y el mundo criptoEsta semana, Bitcoin ha superado los 105.000 dólares, y altcoins como WLFI registran subidas diarias de más del 40%. El detonante ha sido el dividendo arancelario anunciado por Trump, que promete entregar al menos 2.000 dólares a los ciudadanos. Los mercados interpretan esta acción como una inyección de liquidez que no solo estimula el consumo, sino que podría fortalecer la demanda de activos digitales, si parte de estos fondos se canalizan hacia plataformas cripto.
Pero este dividendo es solo la punta del iceberg. Desde principios de 2025, EE.UU. ha ejecutado un giro radical en su política de activos digitales, pasando del escepticismo a una estrategia de liderazgo. El objetivo, según las declaraciones del propio Trump, es utilizar las criptomonedas como columna vertebral de una nueva economía capaz de absorber deuda, atraer inversión y consolidar soberanía tecnológica.
La nueva postura del gobierno, que contrasta marcadamente con su anterior administración, se apoya en una regulación flexible pero ambiciosa, diseñada para atraer capital, fomentar la innovación y mantener la posición del dólar como referencia global. En este contexto, las criptomonedas no son solo una herramienta financiera: son el eje de una narrativa geoeconómica que busca redefinir el poder estadounidense en la era digital.
EEUU construye una nueva arquitectura regulatoria pro-cripto
La transformación de la política estadounidense comenzó a consolidarse con un claro mensaje a la industria: la era de la «mano dura» regulatoria ha terminado. La administración actual sostiene que el enfoque anterior sofocó la innovación y empujó a empresas y desarrolladores a jurisdicciones extranjeras. Para revertir esta tendencia, se ha impulsado una reestructuración de fondo en los organismos clave.
Trump impulsa Bitcoin: opera desde Bit2MeLa Comisión de Bolsa y Valores (SEC) ha sido un foco central. Con la designación de figuras como Paul Atkins como presidente de la agencia y Hester Peirce, conocida por su postura favorable a la industria, como jefa de Grupo de Trabajo sobre Activos Digitales, es claro que la agencia busca adoptar un tono más colaborativo. Además, el hito de este nuevo enfoque se firmó en julio con la aprobación de la «Ley GENIUS», una legislación histórica que establece, por primera vez, un marco regulatorio claro y federal para las monedas estables en el país.
Para los analistas del sector, la Ley GENIUS es la piedra angular del plan. Al regular las stablecoins, el gobierno no solo proporciona la certidumbre que las grandes instituciones financieras exigían para operar, sino que también asegura que la infraestructura del dólar digitalizado se desarrolle dentro de sus fronteras y bajo su supervisión. En otras palabras, es un movimiento que busca modernizar el sistema financiero, alineándolo con las demandas de la era digital sin ceder el control.
La mayor Reserva Estratégica de Bitcoin a nivel soberano
Paralelamente a la modernización de las reglas, el gobierno estadounidense se ha convertido en un actor directo del mercado. En marzo de 2025, una orden ejecutiva estableció la creación de una Reserva Estratégica de Criptoactivos para el país. Esta reserva no se nutre de compras directas, sino de los activos digitales incautados por el Departamento del Tesoro en procesos de decomiso penal y civil.
Hoy, las bóvedas digitales del Tesoro estadounidense almacenan cantidades significativas de Bitcoin (BTC), además de otros criptoactivos como Ethereum (ETH). Los datos de plataformas como Bitcoin Treasuries señalan que el país posee 326.588 BTC, valorados en más de $34.500 millones de dólares. Asimismo, criptomonedas como Ripple (XRP), Solana (SOL) y Cardano (ADA) también forman parte del plan de Trump para la reserva estratégica cripto.
La creación de esta reserva envía una señal inequívoca: Estados Unidos considera estos activos lo suficientemente estratégicos como para mantenerlos en su balance soberano, un movimiento similar al que históricamente se ha hecho con las reservas de oro.

Fuente: Bitcoin Treasuries
La adopción estatal de criptomonedas como Bitcoin contrasta fuertemente con la postura que ha tomado la administración sobre las llamadas monedas digitales de Banco Central (CBDC). Trump ha sido claro en prohibir la emisión de un «dólar digital» gestionado por la Reserva Federal, argumentando que tal herramienta vulneraría la privacidad financiera de los ciudadanos. Esta prohibición, incluida en la orden ejecutiva del mandatario, favorece implícitamente a las stablecoins privadas ahora reguladas por la Ley GENIUS.
Además, el plan incluye un fuerte apoyo a la minería de Bitcoin en territorio estadounidense, incentivando la concentración de la infraestructura de la red dentro del país, con el objetivo de asegurar no solo los activos, sino también el control sobre las redes que los sustentan.
La transformación digital de América
El enfoque de Estados Unidos hacia las criptomonedas está cambiando de manera profunda. Más allá de simplemente regular este mercado, la administración Trump está impulsando una transformación económica total, utilizando las tecnologías digitales como columna vertebral. Con una deuda nacional que supera los 34 billones de dólares, la estrategia es posicionar al país como el epicentro del futuro financiero descentralizado.
Esta evolución en la postura de Trump, quien pasó de ser escéptico a convertirse en un defensor activo del sector cripto, responde no solo a un movimiento táctico, sino también a objetivos geopolíticos. Para Washington, liderar en el terreno digital y financiero no es una opción, sino una necesidad estratégica para reconstruir su poder económico y enfrentar un pasivo histórico desde una posición de fuerza.
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