El futuro verde de las criptomonedas: una transformación en marcha

Los mineros de Bitcoin utilizan cada vez más energía verde

Las criptomonedas se han ido convirtiendo poco a poco en protagonistas en el ámbito financiero mundial. Según el portal de estadísticas Statista, el 2024 cerró con más de 562 millones de propietarios de activos digitales. Esto supone un aumento del 33 % en comparación con los 420 millones registrados al culminar 2023.

Este crecimiento ha sido significativo por varios factores. En primer lugar, podemos destacar la solidez y seguridad de la tecnología blockchain. Este tipo de red garantiza transacciones rápidas y encriptadas. Por otro lado, el carácter descentralizado de las finanzas con criptomonedas permite mayor libertad, sin aranceles o comisiones elevadas en comparación con los bancos tradicionales. Esto es especialmente usado en pagos o envió de dinero en operaciones transoceánicas.

En lo que respecta a un activo para diversificar una cartera de inversión, ofrecen la posibilidad de obtener altos rendimientos y, por último, su adopción cada vez mayor por parte de empresas y comercios. Esto ha posicionado a las criptomonedas como una alternativa moderna, eficiente y rápida frente a los sistemas financieros tradicionales.

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Innovación sin daños medioambientales

Como vimos, hay elementos claves que han hecho crecer el mercado de criptomonedas en el ámbito económico mundial. No obstante, este éxito también tiene un lado negativo y, aunque muchos usuarios no lo vean o no lo conozcan, la realidad es que causan un impacto ambiental adverso.

La generación de criptomonedas y su comercialización en la blockchain requiere un elevado consumo energético. Es decir, cada nodo u ordenador en la que se hacen y registran pagos y cobros necesitan electricidad y gran parte de esta proviene de fuentes no renovables, lo cual incrementa la huella de carbono que causa contaminación, efecto invernadero y calentamiento global.

Este proceso de realizar y registrar operaciones se denomina minería e implica resolver complejas operaciones matemáticas para validar transacciones en cada red. Esta tarea demanda el uso continuo de muy potentes ordenadores que consumen mucha electricidad. Estas deben estar conectadas las 24 horas del día y los 365 días del año y sin interrupción.

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Los mineros compiten entre sí para obtener mayor volumen de operaciones porque estas les dejan un porcentaje que es su rédito por el trabajo hecho. Para validar cada operación se requiere un protocolo en la blockchain que deja registro de la misma y esto se hace a través de dos mecanismos: uno es la prueba de trabajo o PoW y el otro es la prueba de participación o PoS.

Desde el punto de vista técnico, la diferencia fundamental entre PoW y PoS radica en cómo se validan las transacciones en cada cadena de bloques y cómo se añaden nuevos bloques a la red. En el caso de PoW, el protocolo resuelve problemas matemáticos complejos que dan lugar a la realización y registro de cada operación en su propia blockchain.

En el caso del PoS el proceso de consenso y validación depende de la cantidad de monedas que los usuarios de toda la red tienen en juego. Ahora veamos esto desde el punto de vista medioambiental: en PoW el minero que tenga el nodo (terminal u ordenador) que primero resuelve el problema recibe la recompensa o comisión.

Por eso, mientras más rápido el equipo y el procesador, se logra obtener dividendo de la minería. Esto genera un entorno competitivo y un subsecuente elevado consumo de energía. En cambio, PoS es más eficiente en términos energéticos porque la validación se hace con nodos más sencillos. Este protocolo permite una mayor inclusión de mineros que pueden ejercer este trabajo sin invertir en mil millonarios procesadores y software en dispositivos especializados y, por ende, el consumo de energía es menor.

Minería de criptomonedas y el peligro medioambiental

Un estudio de la Universidad de Cambridge en Inglaterra reveló que la red de Bitcoin, la blockchain que genera el token nativo o criptomoneda, más conocida como BTC, consume anualmente más electricidad que países enteros como Argentina o los Países Bajos.

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Este elevado consumo energético se debe a, como ya dijimos, los equipos requeridos para minar y tiene como principal consecuencia la emisión de grandes cantidades de dióxido de carbono (CO₂) y otros gases de efecto invernadero (GEI). Todos ellos agravan el cambio climático y la contaminación atmosférica.

Otro dato alarmante que surge de la minería de Bitcoin es el revelado por una investigación de científicos de la ONU que fue publicada a finales de 2023 en la revista Earth’s Future. De acuerdo con el estudio, la minería global de BTC, entre 2020 y 2021, requirió un total de 173,42 teravatios hora. Este consumo energético genera una huella de carbono comparable a quemar 38.102 millones de kilos de carbón o a operar 200 plantas eléctricas a gas natural.

El mismo estudio señala que para revertir estas emisiones de gases de efecto invernadero sería necesario plantar unos 4000 millones de árboles en todo el mundo, que no se está haciendo.

¿Pueden convertirse las criptomonedas en activos digitales ecológicos?

La respuesta a esta pregunta es: sí. Las criptomonedas sostenibles están surgiendo desde hace unos 5 años y emplean nuevos mecanismos diseñados para disminuir la huella de carbono que se origina con la tecnología blockchain. Estas redes han avanzado hacia soluciones más respetuosas con el medio ambiente. Tal es el caso de la cadena de bloques Ethereum y su token ETH que ha logrado reducir su consumo energético en casi un 99,5 % gracias a la implementación de un mecanismo de consenso PoS.

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Ahora bien, es posible que el resto de las criptodivisas puedan mantener la descentralización de las finanzas, al tiempo que garantizan la seguridad y la escalabilidad en una manera de actuar ecológica. ¿Cómo?, los expertos dan las respuestas:

  • Uso energías renovables: esta es una manera de disminuir las emisiones de carbono y otros GEI. Aunque se use la PoW para validar transacciones en la blockchain, si se usa energía solar o eólica el impacto sería significativamente inferior.
  • Cambiar la Prueba de Trabajo por la Prueba de Participación: la sustitución del mecanismo de consenso PoW por el PoS requiere menos uso de electricidad para verificar transacciones. De esta manera, se contribuye a la minería verde.

Implementación de créditos de carbono: aunque no son una forma infalible de hacer más ecológica la cripto minería, sí ayudan a disminuir la emisión de GEI. Estos son certificados que representan la reducción de hasta una tonelada de CO2 u otros GEI hacia la atmósfera. En el contexto de las criptomonedas ecológicas, estos créditos se utilizan como una forma de compensar el total de las emisiones generadas a raíz del consumo de energía asociado a las operaciones en la blockchain.