Durante el Wyoming Blockchain Symposium, Paul Atkins redefinió el enfoque regulatorio de la SEC: los tokens no son valores por defecto. Este cambio que podría transformar por completo el ecosistema cripto estadounidense.
En un giro que pocos anticipaban, el presidente de la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos (SEC), Paul Atkins, declaró que “muy pocos tokens cripto son valores”, marcando una ruptura con la postura sostenida por su predecesor, Gary Gensler.
La reciente afirmación de Atkins, realizada durante el Wyoming Blockchain Symposium en Jackson Hole, no solo redefine el marco conceptual con el que la SEC ha abordado los criptoactivos en los últimos años, sino que también abre la puerta a una nueva etapa de regulación más clara, proactiva y menos punitiva.
Opera con confianza en Bit2Me, sin friccionesEste cambio de narrativa institucional por parte de unas de las agencias federales más importantes del mundo financiero podría tener implicaciones profundas para el ecosistema Web3, desde startups hasta exchanges, pasando por desarrolladores y legisladores. En lugar de aplicar el test de Howey como criterio universal, Atkins propone una evaluación contextual que considera cómo se comercializa un token y qué lo rodea. Con ello, la SEC pone en marcha una iniciativa que busca establecer reglas propias para el sector cripto, en paralelo a los esfuerzos legislativos como los proyectos GENIUS y CLARITY Act.
La declaración de Atkins redefine el enfoque regulatorio de la SEC
Durante su intervención en Jackson Hole, Paul Atkins fue claro y directo: “Hay muy pocos tokens que, a mi parecer, sean valores, pero depende de lo que los rodea y de cómo se venden”. Esta frase, aparentemente sencilla, representa una ruptura con años de interpretación normativa que colocaban a la mayoría de los criptoactivos bajo la jurisdicción de la SEC. Atkins añadió que desde la perspectiva de la SEC, avanzará con la idea de que un token en sí mismo “no es necesariamente sea un valor, y probablemente no lo sea”.
Su enfoque introduce una distinción fundamental entre los activos digitales y el contexto de su emisión o comercialización. Es decir, que en lugar de asumir que todo token es un valor por defecto, la nueva postura de la SEC sugiere que la clasificación dependerá de factores como la estructura del proyecto, el tipo de promesa hecha al comprador y el uso del token dentro del ecosistema.
La implicación inmediata de estas declaraciones es que muchos proyectos que antes operaban bajo la sombra de posibles sanciones ahora podrían tener mayor claridad jurídica. Atkins no solo se distancia del enfoque anterior de Gensler, sino que propone una revisión estructural del marco regulatorio, en la que el análisis institucional se impone sobre la interpretación judicial. Esta visión, más técnica y menos litigiosa, podría marcar el inicio de una nueva etapa para la SEC en materia cripto.
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El fin de la “regulación por enforcement”: EE.UU. avanza hacia reglas claras
Uno de los aspectos más relevantes de la intervención de Atkins fue su crítica al enfoque de “regulación por enforcement” que caracterizó la gestión de Gary Gensler. Bajo ese modelo, la SEC actuaba principalmente a través de sanciones y litigios, sin ofrecer un marco normativo claro para los actores del ecosistema. Esta estrategia generó incertidumbre, inhibió la innovación y provocó la salida de varios proyectos hacia jurisdicciones más amigables.
Sin embargo, Atkins propone abandonar ese enfoque y avanzar hacia una regulación basada en reglas explícitas, comprensibles y adaptadas a la naturaleza de los criptoactivos. En este contexto, la SEC presentó Project Crypto, una iniciativa interna de la agencia que busca establecer un marco regulatorio propio, independiente del Congreso, aunque en sintonía con proyectos legislativos como CLARITY Act.
Project Crypto, como ha informado este medio, apunta a definir categorías funcionales de tokens, establecer criterios de transparencia y crear mecanismos de supervisión que no dependan exclusivamente del test de Howey. Esta iniciativa representa un intento por institucionalizar la regulación cripto desde la SEC, sin esperar a que el Congreso apruebe leyes específicas.
Pero el giro de la agencia federal no solo es técnico, sino también filosófico. Ahora, se avanza desde una lógica de castigo a una lógica de colaboración en que, en lugar de perseguir a los actores del ecosistema cripto, se busca establecer puentes, ofrecer orientación y facilitar el cumplimiento normativo. Esta transformación podría tener efectos duraderos en la relación entre reguladores y desarrolladores de finanzas digitales.
Gestiona tus criptoactivos con confianzaDe la incertidumbre a la expansión: el impacto global de esta evolución regulatoria
La nueva postura de la SEC, si se consolida como Atkins lo prevé, podría desbloquear una ola de innovación en el ecosistema cripto estadounidense. Al reducir la ambigüedad legal que ha frenado a muchas startups, se abre un espacio para el desarrollo de productos, servicios y plataformas que antes operaban con cautela o directamente desde el extranjero.
Para los emprendedores, esta claridad normativa significa menos recursos destinados a defensa legal y más inversión en desarrollo tecnológico. Para los inversores, implica una mayor previsibilidad en la evolución de los proyectos, y, para los usuarios, podría traducirse en una oferta más diversa y robusta de soluciones Web3.
Además, esta postura podría reposicionar a Estados Unidos como un entorno competitivo para el desarrollo de tecnologías descentralizadas. En los últimos años, jurisdicciones como Suiza, Singapur y Emiratos Árabes Unidos han captado talento y capital gracias a marcos regulatorios más definidos. Con Project Crypto, la SEC busca recuperar terreno y ofrecer una alternativa institucional sólida.
El impacto también se extiende al plano internacional. La postura de Atkins podría influir en otros reguladores, especialmente en países que siguen de cerca las decisiones de la SEC. Si se consolida una visión más flexible y contextual, podríamos estar ante un cambio de paradigma global en la regulación de criptoactivos.
Más allá del test de Howey
La diferencia entre la visión de Paul Atkins y la de Gary Gensler es más que semántica: representa un cambio profundo en la forma de entender los criptoactivos. Gensler sostenía que la “gran mayoría” de los tokens eran valores, basándose en el test de Howey, un criterio legal que evalúa si existe una inversión de dinero en un proyecto común con expectativa de beneficios derivados del esfuerzo de terceros.
Este enfoque, aunque jurídicamente sólido, fue criticado por su rigidez y por no adaptarse a la diversidad de modelos que existen en el ecosistema cripto. Tokens de gobernanza, de utilidad, de acceso o incluso coleccionables digitales eran tratados bajo el mismo estándar, generando confusión y fricciones.
Atkins, en cambio, propone un análisis más fino, que considera el contexto de emisión, la funcionalidad del token y la relación con los usuarios. Esta visión permite distinguir entre activos que representan derechos financieros y aquellos que cumplen funciones técnicas o comunitarias.
El cambio no implica una desregulación, sino una regulación más inteligente. Al reconocer que “muy pocos tokens son valores”, la SEC se posiciona como una institución capaz de adaptarse a los desafíos del siglo XXI.
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