El FBI, la agencia federal de investigación de Estados Unidos, se ha convertido en uno de los mayores poseedores de Bitcoin del mundo, no por inversión o minería, sino por su capacidad para confiscar criptomonedas vinculadas a actividades ilícitas. A lo largo de los años, esta institución ha acumulado millones de dólares en Bitcoin a través de operaciones contra mercados negros en línea, esquemas de ransomware y fraudes financieros, transformando su billetera cripto en un tesoro digital que rivaliza con las fortunas de algunos de los mayores inversores privados. Pero, ¿cómo logró el FBI amasar esta riqueza en criptomonedas?
Uno de los casos más emblemáticos ocurrió en 2013 con el cierre de Silk Road, un mercado negro en la dark web donde se traficaban drogas, armas y otros bienes ilegales usando Bitcoin como moneda principal. Tras arrestar a Ross Ulbricht, alias «Dread Pirate Roberts», el supuesto fundador del sitio, el FBI confiscó más de 144,000 bitcoins de una billetera vinculada a él. En ese momento, esos bitcoins valían aproximadamente 28.5 millones de dólares, pero con el aumento del valor de la criptomoneda, hoy superarían los 10,000 millones de dólares. Además, se incautaron casi 30,000 bitcoins adicionales de las cuentas de usuarios de Silk Road, consolidando al FBI como un titán inesperado en el mundo cripto. Aunque no superó la fortuna estimada de Satoshi Nakamoto, el creador de Bitcoin, la agencia se posicionó por delante de inversores como los gemelos Winklevoss.
Otro hito importante tuvo lugar en 2021, cuando el FBI recuperó 63.7 bitcoins, valorados entonces en 2.3 millones de dólares, del grupo de ransomware DarkSide, responsable del ataque a Colonial Pipeline. Usando análisis de la blockchain, los agentes rastrearon las transferencias hasta una billetera específica cuya clave privada lograron obtener, demostrando que incluso las criptomonedas, diseñadas para ser anónimas, no están fuera del alcance de la ley cuando se combinan tecnología forense y cooperación internacional. Este caso destacó la sofisticación del FBI en el seguimiento de fondos digitales.
En 2022, la agencia dio otro golpe al confiscar más de 94,000 bitcoins, valorados en 3.6 mil millones de dólares en ese momento, tras el hackeo de Bitfinex en 2016. Los responsables, Ilya Lichtenstein y Heather Morgan, habían lavado los fondos robados a través de técnicas complejas, pero el FBI logró acceder a sus cuentas y recuperar la mayor parte del botín. Este decomiso sigue siendo uno de los más grandes en la historia de las criptomonedas.
El método del FBI combina inteligencia tradicional con herramientas modernas. La transparencia de la blockchain de Bitcoin permite rastrear cada transacción, y aunque las identidades detrás de las billeteras son anónimas, el FBI ha perfeccionado el uso de análisis de datos y colaboración con empresas privadas para vincular direcciones cripto a personas reales. Además, en casos como el de Sony Life Insurance en 2021, donde recuperaron 150 millones de dólares en bitcoins robados, la cooperación internacional con agencias como la policía japonesa fue clave para obtener claves privadas y desbloquear los fondos.
¿Qué hace el FBI con estos bitcoins? Generalmente, los almacena hasta que los procesos judiciales concluyen y luego los subasta al público, como ocurrió con los bitcoins de Silk Road en 2014. Estas subastas han permitido a inversores adquirir criptomonedas a precios competitivos, mientras el gobierno convierte los activos ilícitos en fondos legales. Así, la billetera cripto del FBI no solo representa una victoria contra el crimen, sino también una paradoja: una entidad estatal que, sin quererlo, se ha convertido en un gigante del mundo descentralizado que Bitcoin prometía revolucionar.
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