Criptotumbas en el metaverso: el negocio de la vida digital después de la muerte

Criptotumbas en el metaverso
Criptotumbas en el metaverso

Vivimos, trabajamos, vamos a conciertos, hacemos compras y visitamos museos, ciudades y sitios ficticios en el metaverso, ese universo paralelo que permite vivir de manera digital una realidad alterna. Pues, era solo cuestión de tiempo para que pudiéramos también morir, revivir y ser inmortales en esta nueva dimensión.

Gracias a la tecnología, este concepto de un entorno virtual y tridimensional es altamente realista y en este se puede interactuar con otras personas, trabajar, estudiar, jugar, incluso, realizar transacciones económicas e inversiones con criptomonedas; ir a conciertos de artistas famosos y mucho más. Todo ello sin salir del salón de casa y de manera descentralizada.

Por supuesto, ha dado pie a las criptotumbas. Se trata de entornos en las que las personas pueden pagar para tener una “vida” después de la muerte y hasta tener conversaciones con los vivos tras la pantalla. ¿Cómo funciona esto? Te lo contamos.

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2017: nace el concepto que hoy es posible

La empresa Etermine planteó, en el año 2017, la idea de crear avatares digitales de personas fallecidas. Para ello, se usaría toda la información que pudiera recopilarse sobre estas en vida. Este proyecto fue apodado de forma despectiva por sus detractores como el Skype para los muertos. Sin embargo, no se obtuvo el éxito ni su cristalización debido a que la tecnología disponible de inteligencia artificial y aprendizaje automático del momento aún no estaba lo suficientemente avanzada para lograr un concepto realista.

Sin embargo, no se puede negar que marcó un precedente y la idea quedó como una semilla dormida que hoy germina gracias al desarrollo de herramientas más sofisticadas que están disponibles.

En la actualidad, las criptotumbas son una realidad. Se denominan así porque las transacciones se hacen con criptomonedas y sobre la tecnología blockchain. Algunos denominan este nuevo servicio como “resurrección digital”.

Gracias a la ayuda de inteligencia artificial de alta sofisticación se usan los datos históricos de una persona fallecida o en vida para recomponer su historia y estar siempre presente en el metaverso, bien sea que ya esté muerta o para el futuro. Para lograr estas composiciones audiovisuales de alto realismo se echa mano de conversaciones o grabaciones de voz de la persona, así como de fotografías y videos.

Los “huecos” en cada guión los llena la inteligencia artificial que permite recrear la voz, el movimiento, la imagen e, incluso, emular la personalidad y el comportamiento de personas fallecidas. Los resultados son tanto asombrosos como inquietantes al punto de generar discusiones éticas y sociológicas sobre su pertinencia. Este concepto de vida digital tras la muerte ya empieza a tomar forma y configurarse como una prometedora industria en crecimiento.

Con las herramientas y recursos que la tecnología proporciona se avanza para que una persona desaparecida siempre mantenga un vínculo, aunque sea en forma digital, con el resto del mundo después del fallecimiento.

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De Bruce Lee, Tupac Shakur y Michael Jackson a Tutankamón y la Mona Lisa

Hasta un niño puede usar una aplicación o programa y dar vida a personajes reales o inventados que pueden llevarse al metaverso. De hecho, ya son famosas y virales las recreaciones de la Mona Lisa en decenas de entornos y contextos que se han convertido en memes virales y entretenidos que nos muestran el poder de la tecnología.

Con ella también han vuelto a la vida el rapero, famoso en los 90 y asesinado, Túpac Shakur y Michael Jackson para alegrarle la vida a sus fans. En el último video de Joaquín Sabina también se inserta con IA al fallecido Javier Krahe.

Pero, lo más reciente en temas de criptotumbas en el metaverso es la posibilidad de visitar la tumba del faraón más famoso de Egipto: Tutankamón. En una iniciativa del gobierno de este país nace el proyecto MetaTut que no solo hace posible un viaje a los restos funerarios del monarca, sino que acerca a quien así lo quiera y desde cualquier lugar del planeta, a la cultura de la nación.

Recomponer la historia y el origen de todo

Las criptotumbas en el metaverso también tienen otro antecedente fundamental y fue el impulsado por la empresa StoryFile, una emergente del mercado de la resurrección digital. La idea de crear vida después de la muerte nació cuando sus fundadores Stephen Smith y Heather Miao-Smith elaboraban un proyecto documental sobre el Holocausto nazi en Europa, basado en entrevistas a sobrevivientes.

Se plantearon entonces la meta de recrear la experiencia de manera original para que se pudieran mantener conversaciones reales con personas fallecidas que contaran sus historias, en lugar de plasmar toda la trama en un simple documental. De ahí, urge el proyecto de desarrollar un sistema de video y audio impulsado por inteligencia artificial que permitiera a los protagonistas hablar por sí mismos.

Entonces, StoryFile lo hace mientras la persona que desea tener una criptotumba en el metaverso aún está viva. Por supuesto, esto permite mayor realismo y menos trabajo para que la IA rellene los espacios vacíos. No obstante, la inteligencia artificial ssípermite respuestas e interacciones aprendiendo de las pautas con las cuales se alimenta su algoritmo.

Stephen Smith y Heather Miao-Smith destacan que esto hace posible que la inteligencia artificial cometa menos errores porque el programa elige todo de una base de datos que se ha ido alimentando a lo largo del tiempo, en un historial de esa persona, para ser usado por su avatar.

StoryFile es solo un ejemplo de empresas dedicadas a recrear la vida después de la muerte. Como esta, han surgido muchas otras, producto de la demanda de quienes buscan ser “inmortales”. HereAfter AI, Replika y Project December son otros ejemplos de compañías que ofrecen servicios similares.

Criptotumbas en el metaverso y las controversias sociales

La muerte es parte de la vida de las sociedades y las culturas la abordan según un sistema de creencias que le es propio. En consecuencia, es un fenómeno antropológico que impacta a los grupos humanos.

Phillip David Brooker, Terence Heng, Michael Mair y Dipanjan Saha publicaron un artículo en el portal The Conversation que abordaba este tema de vida digital después de la muerte. Los tres primeros son profesores e investigadores de Sociología en la Universidad de Liverpool y el cuarto aspira al título de PhD en la misma institución.

Pese a ser un concepto atractivo y una manera de rendir homenaje a un fallecido o un canal para que alguien vivo deje su legado tras su muerte, los cuatro expertos plantean cuestiones éticas y prácticas sobre este asunto. Todo se centra en la pregunta: ¿y si este camino lleva a esas personas (algunas famosas y con autoridad en diversos temas) a decir o afirmar algo que dudosamente pudieron hacer cuando estaban vivos?

En este sentido, desglosan posibles situaciones derivadas de que un programa de IA asuma la personalidad de alguien que fue real, que tuvo una vida, que amó, sufrió y tuvo conexiones reales con otros seres humanos.

En la investigación, los profesores citan en este particular a Debra Bassett, autora de varios libros. Entre ellos, “Creación y herencia de vidas digitales posteriores: solo se vive dos veces”. En este libro, la autora analiza cómo las plataformas de redes sociales como Facebook, Twitter (hoy X) y WhatsApp facilitan de manera inadvertida y natural la creación de vidas digitales posteriores a la muerte.

Asimismo, y, más relevante aún, expone el impacto que este legado digital tiene en los familiares y seres queridos. Bassett aborda en un análisis integral de este fenómeno y presenta datos cualitativos obtenidos de tres grupos principales: proveedores de servicios, creadores digitales y herederos digitales.

Se asoma a la realidad de los dolientes, se enfoca la pérdida de datos valiosos y en cómo la falta de control o la obsolescencia tecnológica pueden desencadenar una segunda pérdida emocional, lo cual crearía en los deudos lo que denomina “miedo a la segunda pérdida”. Bassett concluye que las vidas digitales y las teorías tradicionales sobre el duelo se solapan por lo que propone una ampliación de este sistema de creencias para incluir estos aspectos relacionados con la herencia digital.

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El futuro está aquí

Las criptotumbas en el metaverso no son malas y no son buenas. Simplemente son y están. Es una nueva realidad que apenas comienza y que solo es una herramienta que nos permitirá dejar un legado o recuerdo para generaciones futuras. Como cualquier otra tecnología emergente causa controversias, crea interrogantes y plantea teorías. No se pueden dar todas las respuestas ni vaticinar lo que ocurra o deje de ocurrir. Serán las mismas sociedades las que establezcan la dinámica y se podrá observar cada vida digital de manera particular. Lo cierto es que el futuro ya está aquí y nadie puede detenerlo.