Daniel Batten compara el escepticismo actual hacia Bitcoin con el rechazo académico a Internet en 1995

Daniel Batten compara el escepticismo actual hacia Bitcoin con el rechazo académico a Internet en 1995

El inversor Daniel Batten ha comparado el rechazo actual hacia Bitcoin con el escepticismo que enfrentó Internet en los noventa y advierte cómo los prejuicios institucionales pueden repetir los mismos errores del pasado.

Daniel Batten ha generado un intenso debate en la comunidad digital tras publicar una reflexión donde equipara la resistencia institucional que enfrenta la principal criptomoneda en 2025 con el rechazo que sufrió Internet hace tres décadas. 

El inversor relató una experiencia personal vivida en 1995, cuando sus profesores universitarios desestimaron su propuesta de tesis sobre la red de redes por considerarla arriesgada y de poco valor futuro. El punto central de su argumento radica en que aquellos críticos tomaban decisiones basándose en opiniones formadas sin haber interactuado nunca con la tecnología. 

Para Batten, la historia se repite hoy con economistas y asesores que califican a Bitcoin como un activo imprudente sin haber realizado una sola transacción con la criptomoneda ni haber investigado sobre sus fundamentos técnicos y potencial.

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El valor de la experiencia directa frente a la teoría

La narrativa expuesta por Batten pone de manifiesto una brecha generacional y cognitiva que parece cíclica en la historia de la innovación tecnológica. 

Según su relato, el Departamento de Inglés donde estudiaba se negó a validar su investigación sobre esa «cosa moderna» llamada Internet debido a una percepción de riesgo infundada por el desconocimiento. Batten comentó que los académicos de la época poseían una autoridad institucional, pero carecían de la experiencia práctica que sí tenía un estudiante de veintitantos años. 

Ahora, esta dinámica le ha servido al autor para ilustrar cómo el juicio de valor sobre una tecnología emergente suele estar viciado cuando proviene de observadores externos que no participan en el ecosistema.

Batten sostiene que la situación actual de la adopción de Bitcoin refleja con exactitud aquel escenario de mediados de los noventa. Argumenta que la opinión de un joven de la Generación Z, que ha dedicado tiempo a estudiar, custodiar y transferir valor a través de la blockchain, posee una calidad informativa superior a la de un equipo completo de periodistas financieros o economistas tradicionales. 

Para él, la diferencia cualitativa no reside en los títulos académicos, sino en la interacción real con el protocolo. El escepticismo actual, al igual que el de 1995, se alimenta de prejuicios teóricos que ignoran la mecánica operativa y las soluciones prácticas que la tecnología ofrece a sus usuarios activos.

Su postura desafía la jerarquía tradicional del conocimiento financiero al sugerir que la comprensión de los nuevos paradigmas económicos requiere participación activa y no solo observación distante. La crítica de Batten resalta que calificar a Bitcoin de herramienta imprudente en 2025 es un eco de las voces que aseguraban que Internet no valdría mucho, una predicción que el tiempo y la utilidad global se encargaron de desmentir categóricamente.

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De la guía telefónica a la blockchain: la resistencia al cambio tecnológico

La publicación de Batten despertó una ola de reflexiones entre los miembros del ecosistema cripto, que comenzaron a compartir sus propias percepciones sobre la resistencia al cambio tecnológico. 

El debate pronto fue más allá del mensaje inicial y se centró en la utilidad tangible de las nuevas tecnologías frente a los sistemas tradicionales. Algunos participantes recordaron cómo Internet se consolidó cuando surgieron plataformas que resolvían necesidades reales, un patrón que muchos ven replicarse dentro del sector blockchain. 

Entre las voces que aportaron a la conversación, el usuario LastCoinStandng destacó que Bitcoin continuará expandiéndose en la medida en que logre ofrecer soluciones que el sistema financiero convencional no puede sostener desde el punto de vista técnico.

Esa perspectiva se fortaleció con otras comparaciones históricas que mostraban cómo, en el pasado, la falta de visión empresarial frenó la adopción de la innovación. Garry Krug, CEO de la fintech alemana Aifinyo, quien también interactuó con la publicación de Batten, evocó los años en que muchas compañías dudaban de la necesidad de tener una página web porque ya figuraban en la guía telefónica. 

Hoy, ese directorio de papel forma parte del pasado, un recordatorio de cómo la dependencia de las herramientas conocidas en el momento puede nublar la percepción sobre el valor de una infraestructura emergente. En el presente, algo similar podría estar ocurriendo con el escepticismo hacia las finanzas descentralizadas y la confianza casi inamovible en los bancos tradicionales.

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A medida que la discusión avanzaba, el tema adquirió un matiz más personal. Algunos inversores minoristas compartieron su desazón al intentar explicar las ventajas de la descentralización a familiares y colegas que desestiman el tema sin haber tenido una experiencia directa. 

El usuario bitcoinman50 confesó la dificultad de romper con opiniones rígidas sustentadas en la costumbre, lo que dio pie a una conversación sobre los prejuicios que limitan la comprensión de nuevas tecnologías. Ese intercambio confirmó la observación de Batten sobre cómo la falta de uso práctico es una de las principales causas del rechazo al cambio.

De la duda a la adopción: las tecnologías se ganan su lugar

El análisis de Daniel Batten y las reacciones subsecuentes dejan en claro que la fricción entre la innovación y el status quo no es un fenómeno nuevo, sino un patrón de comportamiento humano ante lo desconocido. 

La resistencia a validar nuevas tecnologías no suele provenir de un análisis técnico fallido, sino de la ausencia total de experimentación por parte de los críticos. Mientras los detractores se mantienen al margen basando sus argumentos en la teoría convencional, los usuarios que interactúan con la red continúan validando su utilidad práctica

No obstante, la historia nos ha demostrado que las tecnologías verdaderamente útiles terminan imponiéndose, no por ganar discusiones, sino porque su presencia y efectividad se vuelven imposibles de ignorar.

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