
¿Es la computación cuántica el fin de las criptomonedas? Michael Saylor niega la catástrofe y explica por qué esta tecnología provocará una escasez histórica en Bitcoin, disparando su seguridad y valor.
La narrativa del apocalipsis cuántico ha perseguido a Bitcoin durante años. Sin embargo, Michael Saylor transforma el miedo en oportunidad, proyectando un futuro donde la red no solo sobrevive, sino que se vuelve inquebrantable.
Durante la última década, una sombra recurrente ha planeado sobre la industria de los activos digitales: la posibilidad de que una supercomputadora cuántica logre, en cuestión de segundos, descifrar las claves criptográficas que protegen miles de millones de dólares. Para los críticos, este es el talón de Aquiles de la blockchain; para Michael Saylor, fundador y presidente ejecutivo de MicroStrategy, es simplemente el detonante necesario para la próxima gran actualización del software monetario más importante del mundo.
Lejos de visualizar un colapso del sistema, Saylor ofrece una perspectiva contraintuitiva y profundamente alcista. En sus análisis más recientes, desestima la idea de que la supremacía cuántica signifique el fin de Bitcoin. Por el contrario, Saylor asegura que este desafío tecnológico actuará como un catalizador darwiniano, forzando una evolución técnica que blindará la red y, curiosamente, disparará su valor fundamental debido a un fenómeno de escasez técnica inesperada.
Computación cuántica: De la amenaza teórica a la fortaleza técnica
Para entender la postura de Michael Saylor, primero hay que comprender la naturaleza “enemiga” que representa la tecnología cuántica en la industria cripto.
En términos generales, la computación cuántica no opera bajo las reglas binarias tradicionales de unos y ceros. En cambio, utiliza cúbits, que gracias a la superposición cuántica, pueden existir en múltiples estados a la vez, otorgando una potencia de cálculo exponencial capaz de romper los algoritmos de encriptación actuales, como SHA-256 o ECDSA, si estos permanecieran estáticos.
Sin embargo, el argumento central de Saylor es que Bitcoin no es estático; es software vivo. La comunidad de usuarios y desarrolladores y la red descentralizada poseen la capacidad de debatir futuras mejoras y actualizar sus protocolos mucho antes de que una computadora cuántica sea comercialmente viable para ataques a gran escala.
Saylor describe este proceso como una inmunización digital, donde la amenaza obligaría a la red a integrar protecciones superiores, conocidas como criptografía post-cuántica. Ya existen propuestas en el horizonte, como el desarrollo de firmas digitales basadas en hashes y propuestas tipo BIP-360, titulada Pay to Quantum Resistant Hash, diseñadas para ser resistentes a la fuerza bruta de las máquinas del futuro.
Desde el punto de vista de Saylor, este proceso de actualización posiblemente requerirá lo que se conoce como una «migración de activos», donde generalmente los usuarios activos deberán mover sus fondos de direcciones antiguas y vulnerables a nuevas direcciones con encriptación cuántica. Y, para Saylor, este posible movimiento no debilitaría la red, sino que validaría su capacidad de adaptación.
Al completar una transición así, Bitcoin habría superado su mayor prueba de estrés teórica, emergiendo como un ecosistema maduro, probado en batalla y tecnológicamente superior a cualquier sistema bancario tradicional.
Compra Bitcoin: accede a Bit2Me hoy mismoEscasez radical: El impacto económico de las monedas perdidas
Quizás el punto más fascinante y menos discutido de la tesis de Saylor es el impacto económico directo que tendrá la llegada de la era cuántica. La actualización de seguridad traerá consigo una consecuencia no intencionada pero extremadamente positiva para el precio: un shock de oferta masivo.
La lógica de Saylor es la siguiente: para protegerse de la amenaza cuántica, los bitcoins deben ser movidos a nuevas direcciones seguras. Esto requiere que el propietario tenga acceso a sus claves privadas y realice la transacción activamente. Pero, ¿qué ocurre con los millones de bitcoins que llevan inactivos más de una década?
Se estima que entre 3 y 4 millones de BTC están “perdidos” para siempre, incluyendo las monedas de Satoshi Nakamoto y las de usuarios que perdieron sus llaves en los primeros años. Estas monedas no podrían migrar al nuevo protocolo seguro si sus dueños no tienen acceso a ellas y, al no moverse, quedarán ancladas en direcciones vulnerables u obsoletas, volviéndose efectivamente inaccesibles o «quemadas» desde un punto de vista práctico en la nueva cadena segura.
Saylor argumenta que esto reducirá drásticamente la oferta circulante real de Bitcoin. Al eliminar millones de monedas del mercado accesible, la escasez digital se agudizará. Con una demanda creciente y una oferta que se contrae repentinamente por razones técnicas, la presión sobre el precio sería inmensa y al alza.
Esta visión es compartida por gigantes institucionales como Grayscale, que han señalado que el riesgo cuántico es manejable y que los inversores institucionales valoran la capacidad de la red para forjar consensos técnicos a largo plazo.
Crea tu cuenta y opera BTC desde Bit2MeUn horizonte de seguridad hacia 2026
Mirando hacia el futuro, analistas y expertos técnicos proyectan que fechas cercanas a 2026 podrían marcar puntos de inflexión para comenzar a estandarizar estos nuevos protocolos de seguridad. Aunque la posible transición podría implicar temporalmente algunos desafíos, el resultado final sería una red financiera soberana e inmune.
La postura de Michael Saylor nos invita a dejar de ver la tecnología cuántica como un verdugo y empezar a verla como un filtro de calidad. Solo los activos digitales con comunidades activas, desarrollo constante y valor real sobrevivirán a la transición. Bitcoin, al superar este obstáculo, no solo demostraría su antifragilidad, sino que consolidaría su estatus como la forma de propiedad más segura y escasa que la humanidad haya creado jamás.
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